El despertar feminista
Aporte enviado por Soledad Burgos, estudiante de antropología
Parque Forestal, Plaza Dignidad y calles aledañas
25 de noviembre del 2019, 19:09 hrs.
Desde que todo empezó, aquel 18 de octubre, vagué por Santiago sin un hogar definitivo, me quedé donde una amiga hasta que mis tíos me acogieron. Y es que estar sola en mi departamento era un sentimiento sobrecogedor: entre disparos, gritos, alegría, esperanza, llanto, incertidumbre. Todos los días una noticia nueva, una emoción distinta. Ellos viven en Merced con Estados Unidos, Barrio Lastarria, pleno Parque Forestal; pasé de la Iglesia San Francisco (cerca de mi departamento) a la Zona Cero. Era un día viernes en que reposaba en el living después de conversar con mi tía, yo estaba desanimada, las marchas estaban pasando su efervescencia y las continuas fotos de abusos y violaciones a los Derechos Humanos tenían mis esperanzas en un lugar muy oscuro, donde no veía con optimismo nada. Pasaron las horas y a lo lejos se escuchan cánticos, gritos, cacerolazos; corro al balcón y veo que se acerca un desfile de mujeres encapuchadas, con pañuelos verdes, morados y pancartas, lienzos, levantaban sus brazos, algunas sin polera, otras con largas faldas.
Ese día, 25 de noviembre del 2019, era el Día contra la Violencia de la Mujer. Numerosos habían sido los casos de violaciones por parte de carabineros y militares hacia mujeres y personas disidentes. La rabia se hizo calle, el humo de las barricadas se teñían a lo lejos en una marea de gente, Plaza de la Dignidad estaba llenísima, esta vez de mujeres, secundarias y abuelas, rayando calles, rompiendo con la nefasta tranquilidad que nos querían imponer. Miles de mujeres salen a la Alameda, algunas se concentran en Irene Morales, donde la batalla era física: piedras iban, aguas y humo volvían, era una pelea cuerpo a máquina de muchas compañeras, y también compañeros que se aunaban a la convocatoria. Otras mujeres por Merced iban con instrumentos, bailando, tocando, haciendo la protesta una instancia de liberación.
A cercanías de la plaza, por el Parque Forestal, compañeras levantaban sus brazos con imágenes de las mujeres asesinadas por femicidios durante el transcurso de este año, con una pequeña barricada frente suyo. La mirada a nuestras anchas mostraba pañuelos verdes y rebeldía ante la opresión, fue un nuevo despertar de un movimiento que, por milésima vez, había dejado las peticiones feministas de lado.
Antes y después de la crisis desde la galería personal